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Mi primer ángel

Mi familia de 3 había hecho planes para pronto ser 4, Valentina tenía 1 año y medio, entonces entrábamos a la semana 9 del segundo embarazo, le hablábamos a Valentina de que su hermanito o hermanita crecía en mi vientre, aunque ella no lo entendía nosotros nos hacíamos a la idea de un nuevo ángel llegando a nuestra familia, nadie más lo sabía, está vez queríamos sorprender a mi familia, por la familia de mi esposo ya sabían y en navidad recibió un regalo, era un pequeño tractor. 

Era miércoles 30 de diciembre del 2015, nos preparábamos para irnos de viaje a pasar año nuevo con mis padres, pero antes teníamos nuestro control del mes, íbamos a escuchar los latidos de nuestro bebé, cuando mi médico comenzó a examinar mis análisis, peso, y todo lo veía normal, lo siguiente era pasar por el ecógrafo, fue entonces cuando comenzó a examinar las imágenes en la pantalla y recuerdo exactamente lo que dijo: que todavía no tenía el tamaño de 9 semanas, no había latidos, pensó que faltaba unas semanas más o que había error en los cálculos de semanas, las lágrimas y dudas se mezclaban en mi rostro, mi doctor tenía que ver las imágenes y decirme que pasaba. Aunque mi corazón ya asimilaba lo peor.

El doctor lo reviso y con todo el amor y paciencia  comenzó a explicarnos, de que estas cosas pasaban dentro de las primeras 12 semanas, en ese momento sólo pensé, ¿Que pasará ahora? Puesto que sabía que en estos casos hacen un legrado. El doctor comenzó a explicarnos que habían 3 opciones para terminar con está difícil etapa:1.Tomar pastillas.2. Hacer un legrado.3. De manera natural.

Le tengo miedo a las cirugías menores, aunque me hicieron una laparoscopia a los 18, y no quería tomar nada de pastillas, así que opte por la 3ra opción, de manera natural, nuestro cuerpo es maravilloso cuando suceden estas cosas el cuerpo reconoce cuerpos extraños suena feo pero en otras palabras el cuerpo identifica cuerpos extraños sin vida y lo elimina. El dolor es tipo un parto, el doctor me indicó que cuando tuviera sangrado y dolores vaya de emergencia, que estuviera en reposo, así que los planes para viajar se cancelaron. Saliendo del edificio de la clínica, mi corazón estaba arrugado de dolor, quería llorar, quería quebrarme y dejarme hundir.

Llegamos a casa mi esposo y yo no hablamos en todo el transcurso, llegamos a casa hubo un silencio total entonces nos abrazamos y lloramos de dolor, no habían palabras para calmar ese sentimiento, necesitamos llorar y llorar, aunque algunas palabras como ¿Porque? Se asomaban a nuestros labios en voz alta.  No tenía ánimos de celebración, una de las cosas  mas dificiles era contarle a mis padres por teléfono, necesitándolos como los necesitaba y tenia que decirles que iba a estar bien me toco ser #MamáValiente por ellos también, lo que no recuerdo fue  si fuimos a casa de mi suegra, a pasar año nuevo, sólo recuerdo que paso jueves, viernes y llegó sábado.

Viene a mi mente aquella tarde de sábado donde comencé a sentir dolor y sangrado eran los mismos dolores de las contracciones con Valentina, (ya les contaré sobre el parto de Valentina), el dolor aumentaba y el sangrado también, no se si era mi manera de despedir a mi bebé consigo todas las ilusiones, todos los planes, aunque nunca se fue. Me doblaba de dolor en la cama, mi esposo me recordaba la indicación del doctor e ir a la clínica de emergencia y yo sólo quería estar en casa, en mi cama. Pasamos la noche, mi mente lleno de pensamientos y sentimientos, el dolor no cesaba aumentaba y el sangrado también, llegó el domingo; a pesar del dolor y todos los sentimientos quería ir a comer sopa seca, me duche y sólo veía al rededor de mi; sangre que se escurrían en la regadera, mis lágrimas era parte del agua que envolvía mi cuerpo, saque fuerzas y nos fuimos a Plaza Norte por un Bufete donde podía conseguir ese plato, era el antojo de mis primeras 8 semanas, llegamos al centro comercial mientras comía sentí que el sangrado aumentaba sin control igual el dolor. Volvimos a casa antes de lo planeado, y me eche a la cama, y en una de esas idas y venidas del baño sentí expulsar un coágulo duro del tamaño que podía estar en la palma de mi mano, si del tamaño que podía caber en la palma de mi mano, lo sé porque  quería ver que había expulsado y sumergí mi mano en el fondo del inodoro, lloré de rodilla al lado, sosteniendo en mi mano ese bulto pequeño, el dolor es inexplicable, sentí que la vida se me iba en esos eternos minutos. Aunque el dolor físico y el sangrado había disminuido considerablemente el dolor de mi alma, mi corazón no, entre en la etapa de depresión.

No saben cuanto duele cuando te preguntan ¿Cuándo un hermanito para Valentina? No saben que significa que esa pregunta me lleve a viajar a aquella difícil experiencia, no saben del dolor que causa que cerrar los ojos y recordar, no saben del dolor que causa tener miedo a no poder volver a lograr un embarazo, no saben que al cerrar los ojos lloro por dentro y aún así trató de ser una #MamáValiente, por eso es que yo aprendí a no cuestionar ni si quiera un poquito porque otros no tienen hijos, o porque no tienen más hijos, "Ojos vemos, corazones no sabemos", nadie sabe la batalla de nadie, así que hagamos una pausa antes de hacer este tipo de preguntas. Dejemos esa decisión a los padres  y a la voluntad de Dios.

Aún yo conociendo del plan de felicidad de Dios, y que las familias son eternas, y un día mi familia de 4 estará junta, somos humanos y aún no estamos preparados para pasar el mismo dolor que Jesucristo paso en el Getsemani. Pero lo que si logré fue aprender a vivir con ese dolor, continuar con el dolor de haber perdido un bebé que hasta ahora no pude conocer, y me espera a mi y a su familia para vivir una eternidad, no saben cuanto preparo mis brazos para llenar de abrazos y besos a mi primer ángel.


Atte: Lita
Mamá Valiente

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